Este ensayo lo redacté cuando las cosas venían variando poco a poco. Que puedo decir ahora en el 2020,, cuando todo se derrumbó, me sale una Semana Santa mediática, estaré enclaustrado y solo me queda recordar y soñar. Este fue mi escrito: “La verdad que nunca me había
imaginado pasar una Semana Santa, sin gastar mucho dinero, cumpliendo mis obligaciones religiosas y disfrutando con las personas que más quiero,, pero
sobre todo aprovechando una semana que el gobierno me diera libre.
Domingo de Ramos: Pasaré
por la iglesia de La Ermita en San Cristóbal, Táchira,, a comprar mi ramito de
palma al precio que sea, yo sé que por allí merodean unos cuantos especuladores
y aprovechadores, pero no me importa. Al salir de misa pasaré por el mercado
también en La Ermita, donde las cosas son muy caras, pero las hay,, Aayyy..!
Lunes Santo: No podré ir a la iglesia, tendré que madrugar para poder comprar por mi
terminal de la cédula de identidad. Necesito algunas cosas, pero voy a ver qué
es lo que venden. Será un día de cola, brincando de sitio en sitio, sin ningún
acompañante. Uuufff..!
Martes Santo: Iré
con mi prima María Teresa que le toca comprar por su terminal de cédula. Después
pasaremos por el Cementerio Municipal a visitar a su papá. Tendrá que llevar el
dinero suficiente para comprar las flores. Ella sabe que allí hay muy bonitas,
pero muy caras. Me dijo que se siente muy estresada por esa forma de conseguir
las cosas. Pobrecita.
Miércoles Santo: Me gusta asistir a los oficios de El
Nazareno en la iglesia El Carmen de La Concordia, que es donde me parecen
mejor. Antes iré a Makro, El Garzón y la Gran Parada, allí se hacen unas colas
espectaculares, la gente empuja, suda, pasa hambre, grita, habla del gobierno y
a veces corren con suerte. Allí hay más motorizados que en China, Japón y Tailandia
todas juntas; pero todos son calladitos, decenticos e inofensivos los niños.
Jueves Santo: Me dijo mi pana Luis Manuel que le tocaba
comprar por el terminal de su cédula y que lo acompañara. Iré con él, porque es
muy avispado y de repente me hago de algunas cosas que necesito, de todas
maneras tiempo me sobra. A misa no iré con él, pero a tomarme unas cervezas sí,
aunque no sé si habrá Ley Seca. Los que sí están secos son los ríos y
balnearios, creo que en esta oportunidad, no se ahogará nadie en el Estado Táchira.
Viernes Santo: Tengo
planeado ir a La Catedral a rezar los 33 Credos, ojalá y no los hayan subido,
pues todo ha subido, como dice un amigo mío. Antes iré con mis hermanos menores
Juan y Roberto a comprar en el Cosmos, allí tienen controladas unas “jevas” que
a veces les pasan productos de “çaleta”, o sea burlando a los jefes y
autoridades. Colaboraré solo porque mi mamá se pone fúrica si los desprotejo,
pero no me cuadra el asunto.
Sábado Santo: Me tiraron el dato que fuera a la Iglesia
Santa Bárbara de Rubio, allí hacen unas bonitas procesiones y dan vueltas en su
Parque Bolívar. Iré temprano porque en la Cooperativa a veces se forman unas colas
de 2.000 personas y uno se puede hasta colear. Iré solo, sin mi novia. Total que
todavía no se podrá tocar, besuquear, ni cosas de esas.
Domingo Día Resurrección: Asistiré primero a misa y
luego a la Plaza Bolívar de San Cristóbal a localizar unos “Bachaqueros” que
son amigos de guardias y policías. Ellos sí que me van a solucionar. Solo que sale
más caro, pero conseguiré jabón, desodorante y papel higiénico, sí no los puedo
comprar durante la semana. En resumen, creo que me irá bien. No gastaré el
dinero en cosas inútiles o jolgorios, la pasaré con las personas que más quiero
y asistiré a la iglesia, como debe ser, es decir pasaré una Semana Santa
diferente”. Bueno, lo que me queda agregar, es que ahora con una calidad de vida que ni les cuento, (como dice la periodista Fabiola Niño) y confinado por la pandemia del Corona Virus, que nos tiene aterrados a moros y cristianos, solo he sido capaz de publicar este refrito literario. Amén.
N.H/2020
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